Dame un motivo y me muero de la risa. Te juro que me río, mucho, fuerte, arrugando la cara y hasta con lágrimas en los ojos. Me río, pero dame un motivo. Un chiste, una pavada, un comentario ocurrente dicho en el momento justo, lo que sea para que yo me ría. Pero tenés que hacerlo, tenés que darme un motivo. Porque no puedo hacer todo, no puedo ser la que hace la morisqueta y también la que se ríe hasta que le duele la panza. Alguna vez puede ser que me haga reír a mi misma, pero no es lo mismo. Cuando vos me hacés reír es mucho mejor, a mi la risa me sale auténtica y vos te sentís satisfecho de verdad. Esas veces somos como un equipo donde cada uno asume su parte y no podemos hacerlo uno sin el otro. Esas veces son cada vez menos, yo me río cada vez menos y vos casi no me das motivos. Cada tanto cambiamos los lugares para no aburrirnos y porque así nos sale; pero no debo ser muy graciosa porque vos no te reís, al menos no tanto como esperaba.
Últimamente tuve muchas ganas de reírme pero no tenía algo que me hiciera gracia, miré para el costado a ver si te veía cerca, quería pedirte un motivo pero no estabas. Te busqué, pero cuando te encontré no querías hacerme reír, no te interesaba. Se ve que ya no te entusiasmaba comprobar cuánto tiempo pasaba hasta que la primera lágrima aparecía en mi ojo derecho que es el primero en llorar según me dijiste un día. Aquella confianza que te daba hacerme apenas sonreír de repente ya no era tan importante.
Mi mamá me decía cuando era chica que la risa desopila el hígado. Nunca tuve muy claro qué significaba pero, para que te hagas una idea, es como oxigenar el alma. Hace bien. Por eso nunca tuve miedo de reírme, sino todo lo contrario. Por eso me desconcierto cuando mirándote de frente encuentro el miedo en tus ojos y la duda en tu voz. Ojalá todavía quieras reírte, ojalá el miedo y la cautela no te hayan hecho preferir el silencio y la soledad. Ojalá pueda darte yo motivos para animarte a reír. Algún chiste sin contar todavía me queda, aún puedo ponerme la nariz de payaso. Pero dame un motivo para hacerlo, porque la payasada sin risa es simple ridículo.